En raras ocasiones cuando hay Luna llena, ésta poco a poco adquiere un tono rojizo. ¿Qué le pasa a nuestro satélite? La Tierra se encarga de teñir con ese tono rojizo a nuestro satélite, ya que lo que estamos observando realmente es un eclipse de Luna.
Los eclipses ya sean de Sol o de Luna se producen cuando hay una alineación del Sol, la Tierra y la Luna. Un eclipse de Luna no es más que la ocultación de ésta por la sombra de la Tierra y el eclipse de Sol es la ocultación de éste por la Luna. De este modo si hay Luna nueva lo que debería producirse es un eclipse de Sol y si la fase de la Luna es llena lo que veremos es un eclipse de Luna. Observando la siguiente figura queda todo más claro:
Pero entonces surge una pregunta ¿Por qué no sucede esto cada vez que hay Luna nueva o llena? No sucede porque el plano de la orbita de la Luna esta inclinado 5,6 grados respecto de la eclíptica, esto es, del plano imaginario que contiene a la Tierra y al Sol. Por lo que los eclipses sólo pueden producirse cuando la Luna se encuentra en los puntos de su orbita que cortan la eclíptica y además se encuentra en una de las fases antes mencionadas.
Aún queda una pregunta por responder ¿Cómo es que la Luna no desaparece sino que queda teñida de un color rojizo? La Luna resulta visible por los rayos solares refractados por la atmósfera terrestre. El color rojizo se debe a un efecto conocido con el nombre de difusión Rayleigh. De forma resumida podemos decir que la atmósfera actúa como una especie de filtro dejando pasar los tonos rojizos.